En Tinto Figuero entendemos que nuestros vinos son productos naturales, fruto del trabajo manual y la crianza tradicional. Son vinos que nunca dejan de evolucionar, por ello necesitan tiempo en botella para redondearse y encontrar su propio equilibrio, para alcanzar su máxima expresión y llegar a ser un vino de calidad superior.
Parte de nuestra labor consiste en dotarle de los compañeros de viaje perfectos como son el vidrio y el corcho natural.
¿Desde cuando viajan juntos vino, vidrio y corcho?
El tándem vino, vidrio y corcho se originó hace millones de años. En la Antigüedad los griegos y romanos utilizaban corchos para cerrar sus ánforas, sin embargo, con el auge de los toneles de madera el uso del corcho se fue perdiendo dando paso a los tapones de madera.
Con el tiempo el vino ha ido cambiando de recipiente hasta llegar a las botellas de vidrio, primero para el servicio y después para su guarda. Fue en esta última etapa en la que en el S.XVII Dom Pierre Pérignon, un monje benedictino francés se planteó cual era el mejor cierre para estas botellas.
Cuenta la historia que durante uno de sus peregrinajes pudo observar como los peregrinos cerraban sus vasijas con corcho de una forma casi hermética, de manera que comenzó a estudiar los beneficios del corcho reabriendo un mundo ante nuestros ojos.
¿Qué es el corcho? ¿De dónde procede?
El corcho es una materia prima completamente natural extraída de la corteza del alcornoque (Querqus Suber) y sus propiedades únicas le atribuyen unas cualidades sin precedentes. Es ligero, impermeable a líquidos y gases, elástico, compresible, etc. Además, es completamente biodegradable, renovable y reciclable, siendo muy útil para preservar los hábitats naturales, las poblaciones autóctonas y la biodiversidad.
El corcho tiene la capacidad de dejar respirar el vino dejando hermético el recipiente que lo contiene.
Es un material sostenible, no es necesario cortar el alcornoque, si no que este se regenera de forma autónoma. Lo más interesante es que para fabricar el corcho, el alcornoque necesita absorber mucho CO2 por fotosíntesis. Esto significa que los tapones de corcho pueden compensar la huella de carbono de las botellas de vidrio de 75 centilitros, las cuales liberan entre trescientos y quinientos gramos de CO2 cada una, dependiendo de su peso.
¿Qué tipos de corcho utilizamos en Tinto Figuero?
Corcho natural.
Los corchos naturales se extraen del alcornoque de una sola tira. De esta manera se garantiza un sellado óptimo permitiendo la evolución correcta de los vinos a través de la micro-oxigenación.
En Tinto Figuero trabajamos exclusivamente con corchos naturales por diferentes motivos:
- Elaboramos vinos tintos con crianza, pensados para aguantar en el tiempo.
- Creemos en la evolución de nuestros caldos en la botella, por lo que debemos dotarle de un compañero de trabajo de máxima calidad.
- Trabajando con corcho natural evitamos aromas ajenos al vino.
- Utilizamos corchos naturales libres de TCA en nuestros grandes vinos para asegurarnos de que llega en perfectas condiciones a la mesa.
¿Por qué oler el corcho antes de catar un vino?
Si nos paramos a analizar un corcho natural, podemos ver el sello del fabricante, su porosidad y elasticidad, y su mancha. Pero la forma de entender todas estas variables es contextualizándolas.
Al igual que un vino joven va a tener matices aromáticos y visuales distintos que un vino de guarda, con el corcho nos va a pasar lo mismo. La fase visual de una cata nos predispone a una situación que la nariz nos desvelará más adelante.
Es por ello que al abrir una botella de vino se debe oler el corcho. Lo más importante es encontrar aromas limpios y propios del vino. Los aromas varietales que nos encontraremos en un Tinto Figuero serán frutos negros, regaliz, especias dulces.
Pero ¿qué aromas nos dice que algo no va bien?, todos aquellos recuerdos a humedad, hongo o incluso champiñón. En esta situación podemos encontrarnos frente a un problema de guarda o de TCA.